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Dr. José Arturo Burciaga Campos

Adscripción actual: Maestría y Doctorado en Historia, Unidad Académica de Historia, Universidad Autónoma de Zacatecas (México)

 

ECOS DE CLÍO

Texto: Heraclio Castillo/Foto: Oscar Baez

Con una infancia rodeada de carencias, la vida de Arturo Burciaga Campos es uno de esos casos en los que la lectura definió su vocación. Nacido en 1963 en Fresnillo, creció en el seno de una familia muy humilde.


“Mi padre murió cuando yo tenía 5 meses de edad, y entonces mi madre tuvo que enfrentarse a la vida para sostener a tres hijos, yo soy el más chico”, afirma con un poco de nostalgia, al recordar esa época en la que no había recursos para desarrollar aptitudes o habilidades en los niños.


No obstante, el esfuerzo de su madre para mantener a la familia le permitió estudiar en la primaria Álvaro Obregón. “Mis círculos eran reducidos, casi casi los amigos del barrio, incluso yo sólo tenía dos amigos en el barrio en aquel tiempo”.
Aunque “me juntaba en el barrio con la palomilla”, esas dos personas fueron sus amigos de muchos años, pero los tres tomaron rumbos diferentes.

 

La vida en una página


Durante sus primeros años de estudio asegura que devoró el texto de lecturas de primer grado, “y ahí encontré a un personaje muy entrañable que se llamaba Luis”, del cual se imaginaba su vida y a partir de ahí comenzó a tener un gran aprecio por la lectura.
Su pasión por dicha actividad llegó a tal grado que en una ocasión se ofertó un libro adicional, pero había que comprarlo. Su madre, con muchos sacrificios, compró ese libro de cuentos “y también me lo devoré”.


Ya en la secundaria despertó el gusto por el libro de español de Idolina Moguel, el cual “me condujo a través de la literatura universal y comencé a conocer obras de otros autores”.


En la adolescencia le comenzaron a interesar las Ciencias Sociales, aunque desarrolló un gusto particular por los mapas, cuyo contenido “me remitía a otros ámbitos y a otro tipo de lecturas”.


Su interés por la Geografía lo llevó hacia la Historia: “de alguna manera yo me empecé a formar y a forjar una tarea de investigador a partir de estas dos disciplinas”.

 

La experiencia docente


“Mi primera vocación fue como profesor y surgió desde la secundaria”, afirma con vehemencia, mientras refiere que al salir del CECYT intentó entrar en tres ocasiones a la Escuela Normal Manuel Ávila Camacho y una vez en la Normal Rural de San Marcos.
“En la Ávila Camacho no quedé, pero en aquel tiempo yo digo que de 300 exámenes, 299 eran para recomendados, entonces yo no pude entrar”. En el caso de la Rural de San Marcos, “no me aceptaron ni siquiera desde el examen de admisión porque yo no era hijo de ejidatarios”.


Tras dicha experiencia, Burciaga Campos volvió desconsolado, sin embargo, se enteró del programa del Conafe y así ingresó a la tercera generación de formadores en Zacatecas, en 1979. “A los 16 años me salí del CECYT, me fui como instructor comunitario del Conafe a una comunidad rural”, pero su inquietud para ingresar a la Normal no mermó.

Trabajar de sol a sol


Burciaga Campos también se fue “de mojado a Estados Unidos para pagar mis estudios en dos ocasiones y seguir estudiando en la Normal”, no obstante, esa experiencia “no fue muy grata ni afortunada”. Allá estuvo durante periodos cortos, trabajando en el campo y en la construcción.


“Antes yo ya había trabajado en la obra en Nuevo México y en El Paso, Texas. Unos meses trabajaba con una cuadrilla de piedreros, nos dedicábamos exclusivamente a hacer las bardas limítrofes de las casas de los ricachones”, recuerda entre risas.
Su incursión en diferentes actividades influyó bastante en su visión interdisciplinaria, pues además de cuidar los caballos de su patrón en Estados Unidos también trabajó como dependiente en una tienda de herbicidas, y en Río Grande y Sombrerete como repartidor de agua purificada.

 

El camino de las letras


En su trajinar por la vida, Burciaga Campos estuvo en el taller literario impartido por el poeta Juan José Macías, aproximadamente tres años, “hasta que me corrió, a varios, y de ahí salimos una generación interesante, con Gabriel Andrade Haro, Xavier Acosta, Antonio Reyes Cortés, que fueron mis contemporáneos”.


Su andar por las letras comenzó al escribir cuento, de ahí pasó a la poesía y saltó al ensayo, “no propiamente históricos, sino periodísticos”, y dicha experiencia lo condujo a Mary Rivera Sánchez, antigua compañera de la secundaria, quien lo invitó a trabajar en un periódico.


En su época de periodista escribía una columna diaria titulada Tiro Libre, donde hacía una crítica del ámbito deportivo en la entidad. Debido a que la columna se publicaba diario, tomó un ritmo de trabajo “más o menos acelerado”, pues a la par trabajaba en el periódico y como profesor.

 

La etapa actual


Luego de haberse formado como profesor, con una Maestría en Historia, se fue a España a estudiar un doctorado, donde leyó su tesis doctoral en Geografía e Historia. A su regreso a la entidad se incorporó como docente a la Maestría en Historia en la UAZ.
Con el tiempo ingresó al entonces Instituto de Desarrollo Artesanal de Zacatecas, hoy Subsecretaría de Desarrollo Artesanal, haciendo labor de investigación. Su primer libro en dicha dependencia fue Manos en armonía, una serie de entrevistas a 25 viejos artesanos, de los cuales la mayoría ya fallecieron.


Desde entonces “le agarré mucho cariño al arte y la cultura popular”, tanto que a la fecha el departamento que dirige tiene en su haber 34 publicaciones, entre las que destaca un proyecto muy ambicioso, las memorias de los artesanos de Zacatecas, recopiladas en 25 municipios.


Más tarde surgió un proyecto para el fortalecimiento de los museos comunitarios del estado, en el que realiza una labor encomiable en favor de 33 recintos de ese tipo, al proporcionarles capacitación, piezas artesanales, mejoramiento de infraestructura, mobiliario y otros apoyos.


Parte de ese proyecto fue la publicación de Los territorios de la memoria, elaborado con el apoyo de 15 investigadores egresados de la UAZ. Esos materiales se han llevado a escuelas donde en primer grado de secundaria llevan la asignatura de Patrimonio Cultural y Natural del Estado de Zacatecas, elaborada por Adrián Cázares y Juan Reynoso en el 2006.
No obstante, la asignatura se rehízo en el 2011, ya está incluida en el catálogo de asignaturas de la SEP y es impartida en escuelas secundarias.

 

El gusto por el trabajo


“Mi principal labor para con la sociedad ha sido mi labor histórica. En la edición 25 del Festival Cultural me dieron una presea por mi labor historiográfica en Zacatecas a favor de la historia zacatecana, una presea que me otorgó el gobernador”, afirma.
También obtuvo un premio en la Escuela Normal Superior de Aguascalientes, uno más en el ámbito periodístico, mientras que en la edición número 12 del Premio Atanasio G. Sarabia, en el periodo 2008-2009, recibió una mención honorífica por el libro Décadas panegíricas.


En la siguiente edición del certamen resultó premiado en la categoría de Historia Regional Mexicana, el premio más prestigiado de la historia en México: “aquí en Zacatecas el único que se ha obtenido por esa vía es el mío, y esto me permite tener cierta seguridad en lo que hago y en lo que sigo haciendo y en lo que proyecto seguir haciendo”.


Actualmente su línea como investigador son las instituciones eclesiásticas de la época colonial, sobre todo de la Nueva Galicia, aunque no pierde el interés por la cartografía histórica y el derecho indiano, además de su pasión por el arte popular.
Su ritmo de trabajo también le ha llevado a ser un poco aislado: “me gusta la soledad, es cuando uno piensa las cosas y uno comienza a producir materia para escribir”, por eso “cuando me encierro y me encapsulo para escribir, lo hago. A veces me sorprendo con la rapidez con que hago las cosas”.

Arturo Burciaga Campos es de los historiadores de Zacatecas con mayor reconocimiento a nivel internacional

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